martes, 21 de noviembre de 2017

Algunas puntuaciones sobre el Psicoanálisis

Algunas puntuaciones sobre el Psicoanálisis[i]

“El psicoanálisis no es una terapéutica…
como las demás"[1] El psicoanálisis se encuentra en el campo de lo terapéutico, sin embargo  no se trata de cualquier  terapéutica, no es médica toda vez  que lo médico apunta a un saber cuyo discurso excluye  al sujeto, pero tampoco es una terapéutica psicológica cuando la psicología, del lado de la ciencia, constituye un saber universalizado en la prescripción de leyes generales. No es una terapéutica como las demás, porque atiende al Sujeto en su singularidad. Ningún saber singular se universaliza para todo Sujeto.
 Si la terapéutica consiste en una cura "el psicoanálisis, tipo o no, es la cura que se espera de un psicoanalista"[2], es del psicoanalista de quien se espera entonces que ubique la diferencia, entre  una terapéutica que le es específica y otra que no lo es.
  Recae en el psicoanalista la dirección de una terapéutica que, por la vía de la palabra y su poder de escucha, establezca la distinción entre el decir del yo y el decir de un  Sujeto. Un psicoanalista es de  quien se espera pueda silenciar su narcisismo, sus ideales, sus juicios y puede ocupar su lugar en la transferencia, sabiendo que el Sujeto Supuesto Saber  supone un lugar, el lugar del Otro, que no es cualquier otro. Que pueda saber del transito, mutando desde este lugar del Otro inicial de la transferencia,  a uno posterior, operando a favor de la incompletud e inconsistencia del Otro, para devenir  objeto.
El psicoanalista es aquel que  permite sostener la pregunta del Sujeto que viene a su encuentro, es el que posibilita cifrar el inconsciente,  advertir la posición del Sujeto que habla, su goce y su posición deseante.  Es el psicoanalista quien puede entender  el sufrimiento del síntoma, la inhibición y la angustia, y poner a hablar a ese síntoma, ubicando allí qué deseo se cumple, qué goce se satisface. El psicoanalista se encuentra en un lugar privilegiado para leer e intervenir en el decir del Sujeto. Su objetivo no es la adaptación del sujeto a las normas sociales o a los requerimientos de la cultura, busca el acuerdo del Sujeto consigo mismo.
No dirige la vida del Sujeto, pero dirige la cura con la única regla básica que es la  de apertura al espacio de análisis, esto es, la asociación libre.
¿Como  puede un psicoanalista saber hacer  todo lo que de él se espera? ¿Cómo sostiene un análisis? ¿Cómo dirige una cura?

Formación del analista
Es necesario pensar la formación del psicoanalista vinculada a la especificidad de la cura psicoanalítica. Para ello el analista deberá saber, por un lado, de esa falta que en psicoanálisis se denomina castración; por otro,  de  la imposibilidad  de que exista una norma de la relación entre los sexos. El sexo, en el ser parlante, remite al "no todo”, se trata de una falla estructural sin solución, que produce insatisfacción y arreglos singulares.
¿Cómo se forma a un analista para que ocupe un lugar en la transferencia y oriente al Sujeto en la búsqueda de una solución menos penosa, sin desconocer que el único encuentro con lo imposible, con lo real, nunca es un buen encuentro? ¿Cómo se transmite ese saber  que conduce a diferente dirección de aquella que intentaría suturar la falla, a partir de ideales de armonía, felicidad o eliminación del conflicto?
La formación es un efecto del anudamiento entre teoría y experiencia, cuerdas de prácticas diferentes, pero a su vez articuladas. Estas prácticas pueden ser pensadas en intensión, como saber textual, no acumulativo, y en extensión, como saber referencial.
Es imprescindible la teoría. No podría nadie dirigir un tratamiento si no sabe qué es el  psicoanálisis, si no cuenta con el bagaje de nociones que le son específicas; sin embargo  ese saber es silente en la experiencia de analizar. Este es el momento  de sorprenderse y actuar desde la ingenuidad, sin premisas “no especular ni cavilar mientras analiza[3]” Es necesario sostener  la relación disyuntiva entre teoría y experiencia, aun sabiendo que  aquello que  se produce en la experiencia, muchas veces posibilita conceptualizaciones, y las mismas, como referencias teóricas,  producen efectos en la escucha. Sin embargo, el psicoanalista estará advertido que  los saberes referenciales  no  aspiran al ideal, y mucho menos a la adecuación de su escucha a la teoría. El saber textual, de ese aquí y ahora en cada sesión, en cada tratamiento, deja por fuera reglas técnicas que indican un deber hacer.  
De la formación del analista depende el modo particular de intervención conforme a cada Sujeto. Ese modo de intervenir  del psicoanalista es con un deseo específico, deseo del analista. Ese deseo no es un deseo personal, es el deseo que  le  posibilita operar en los registros simbólico, imaginario y real; allí donde introduce alguna modificación de la relación del sujeto con lo real. El deseo del analista no va de suyo, es un efecto de su formación. Esa formación requiere del análisis personal y eso no se produce si no hay alguien que ha pasado por el análisis.
Freud dice en "Análisis terminable e interminable", que hay que tener cierta experiencia del inconsciente. "…se instala en el aprendiz la firme convicción en la existencia del inconsciente" y si eso acontece  otorga al analizado "aptitud de analista”.
La teoría no sustituye la experiencia del encuentro con un saber que no se sabía se tenía. Un saber que no es intelectual, en el que no esta en juego el conocimiento como un aprendizaje sino la experiencia de la castración; el saber del modo que se responde al encuentro con lo traumático, con lo real. Quien no ha atravesado por esa experiencia, que no se trata necesariamente de un fin de análisis, no puede ocupar el lugar de analista.
La experiencia del análisis, el estudio de la teoría y su  práctica, junto a  las supervisiones de la misma, constituyen en su conjunto aquello  que se denomina  la formación del analista. Los efectos  de este entramado  puesto en acto en la dirección de la cura, es lo que Lacan ha nombrado el deseo del analista.

Habilitación o autorización para ser psicoanalista
Freud  en "Pueden los legos ejercer el psicoanálisis", sostiene una pregunta  ¿quienes pueden ejercer el psicoanalisis? cuestión que extiende los límites de su época y llega hasta nuestros días.
Hoy, la legislación dice que médicos y psicólogos están habilitados por el estado para practicar  psicoterapias sin embargo, como dije anteriormente, el psicoanálisis no es una terapéutica como las demás.
Me he pronunciado sobre  la importancia de la formación, pero aquí la cuestión se desplaza a quién forma, quién habilita  y cómo interviene el Estado para legislar sobre la formación y la practica psicoanalítica. En el debate  intervienen varios actores sociales tales como la Universidad, las Colegiaciones, las Instituciones psicoanalíticas.
 La Academia y los Colegios o Consejos profesionales constituyen actores necesarios para la habilitación. La Universidad  otorga el título de grado habilitante para realizar psicoterapias a médicos y psicólogos y los Colegios de ley ejercen poder de Estado  al regular las matriculas profesionales para habilitar sus prácticas.
Pero habilitación no es formación. Se produce cierto deslizamiento cuando la Universidad ofrece formación  post título, mediante  cursos, seminarios, maestrías y doctorados de especialización en psicoanálisis. El Otro, que se hace consistente en el prestigio social de la Universidad,  habilita y constituye constancia  necesaria y a veces suficiente para la carrera académica; pero ello no implica necesariamente  formación del analista. El discurso universitario no es el discurso del analista. Este último, tal como lo plantea Lacan, es el  único discurso que articula la renuncia al goce dando lugar al objeto a , que es causa en el lugar del agente, discurso que ofrece  "las coordenadas que el analista debe ser capaz de alcanzar para simplemente ocupar el lugar que es el suyo, el cual se define como el lugar que él debe ofrecer vacante al deseo del paciente para que se realice como deseo del Otro"[4]y que al término de la operación habrá “evacuación del objeto a ……y es ese objeto evacuado lo que el analista mismo representará por su en-sí”[5]
   Se justifica la distinción entre habilitación y formación del analista,  porque el efecto de la formación es la autorización del analista; como Lacan lo expresa: “Mientras tanto, ¿no habría podido ocurrírsenos en la Escuela que es eso lo que equilibra mi decir que el analista no se autoriza más que por sí mismo? Esto no quiere decir que él esté solo para decidirlo como acabo de hacerles observar en lo que se refiere al ser sexuado. Diría incluso más, lo que escribí en las formulas implica al menos  que… para que haya hombre, es que en alguna parte haya castración.”[6]
El autorizarse por sí del analista, no es un hacer voluntario, una decisión personal sin más. No se trata de ningún arrojo, ni de un desafío y mucho menos de un arreglo del goce  singular. No es autorizarse en tanto ser sino en cuanto falta en ser.
Por ello la formación ha de estar articulada a la castración, a la imposibilidad, a la no relación sexual. Es una formación en transferencia a un Sujeto supuesto al saber; no se trata aquí de ningún saber instituido, ni del discurso Universitario, ni del discurso del Amo.
  La formación produce efectos de autorización, más allá de toda habilitación. Un analista se autoriza por sí mismo y con otros con los que trabaja,  con los que estudia, con quienes supervisa o con quien se analiza.
La condición del deseo del analista  se pone de manifiesto en el acto analítico, y a ese servicio debieran estar orientadas las Instituciones, Escuelas, Asociaciones Psicoanalíticas, quienes constituyen  vía regia de formación de analistas, movidas por el lazo a otro y  en la transferencia entre sus miembros.
Cada Institución psicoanalítica, por fuera de la habilitación que le corresponda en el marco de la ley, también “se autoriza por sí” de ello se desprende que su posición se rige con los mismos criterios del analista. De cada Institución se espera que produzca  intercambios necesarios para no constituir: atrapamiento en sus redes, obediencia a sus mandatos, adhesión acrítica a sus lecturas, efecto de grupo o de masa, identificaciones a  ideales; es decir, funcionamientos  contrarios al  Psicoanálisis. De lo que se trata es que las Instituciones orienten su formación al deseo y la autorización del analista.
Todas las puntuaciones que he intentado desarrollar, constituyen basamentos necesarios para  la continuidad y avance del psicoanálisis.

Bibliografía
Freud, Sigmund, Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico, Obras Completas, TomoII, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973.
Lacan, Jacques, Variantes de la cura tipo, Escritos 1, Siglo XXI Editores, Argentina, 1988.
Lacan, Jacques, El seminario 8 La transferencia, Clase de 11 de enero de 1961, Paidos, Bs As, 2003.
Lacan, Jacques, El seminario 16  De otro al otro, Clase de 4 de junio de 1969, Paidos, Bs As, 2008.
Lacan, Jacques, Seminario  21 inédito Clase del 9 de Abril de 1974.

Monica Virginia Rossi




[1] Lacan , Jacques, Variantes de la cura tipo, Escritos 1, Siglo XXI Editores, Argentina, 1988
[2] Lacan , Jacques, idem

[3] Freud, Sigmund, Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico, Obras Completas, TomoII, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973
[4] Lacan, Jacques, El seminario 8 La transferencia, Clase de 11 de enero de 1961, Paidos, Bs As, 2003
[5] Lacan, Jacques, El seminario 16  De otro al otro, Clase de 4 de junio de 1969, Paidos, Bs As, 2008

[6] Lacan, Jacques Seminario  21 inedito Del 9 de Abril de 1974



[i]  Publicado en Revista Confluencias del Colegio de Psicólogos de Neuquén Año 2 N°2. Neuquén Argentina.

sábado, 15 de agosto de 2009

La crisis del sistema de salud público neuquino, de sus causas y sus efectos*

*Trabajo publicado en el Boletín del Consejo Profesional de Psicólogos de la provincia de Neuquén- Junio 2007

El trabajo y el hombre en sentido dialéctico

A lo que denominamos trabajo, al sentido que hoy le damos, es una invención de la modernidad, viene de la mano del industrialismo y no se confunde con autoproducción, ya que cuando hablamos actualmente de trabajo, hablamos de la esfera de lo público, dice André Gorz en Metamorfosis del trabajo.

Mientras el trabajo estaba limitado a la subsistencia no funcionaba como factor de integración social, por lo contrario era factor de exclusión en la antigüedad, ya que estaba reservado a los esclavos; trabajar era en la antigüedad someterse a la necesidad.

El hombre libre se niega a someterse a la necesidad, domina su cuerpo, para no ser esclavo de la necesidad. En la polis el trabajo era una actividad privada.”…Existe una diferencia fundamental entre el trabajo en la sociedad capitalista y el trabajo en el mundo antiguo: el primero se realiza en la esfera pública, mientras el segundo permanece confinado a la esfera privada” op cit pag.28.

Significativamente el hombre aparece como cuestión, como problema, a fines del siglo XVIII, principios del siglo XIX; la pregunta por el hombre surge en el marco de la finitud, de la historicidad, y su complejidad reside en que el hombre es sujeto y objeto de conocimiento, objeto de determinadas ciencias y sujeto de todo conocimiento, productor de objetos como sujeto y productor de sujetos para esos objetos.

No es una coincidencia, que tanto el hombre como cuestión y el trabajo en su concepción actual, sean producto de la transición del feudalismo al capitalismo; más precisamente la revolución industrial y el capitalismo industrial. La concepción de hombre y de trabajo está articulada por cuanto uno implica al otro.

Con el capitalismo industrial el poder ejerce control sobre el hombre en relación al trabajo con disciplinamientos adaptativos a los requerimientos de productividad, con el fin de garantizar la plusvalía

El cuerpo es relevante para el poder, y su control necesario para sus estrategias.

La salud se convierte en una herramienta de control del cuerpo y del hombre en tanto trabajador y reproductor del sistema económico; aloja por un lado el cuerpo biológico pero, en primera instancia, el cuerpo social; construcción de simbolicidades en la que opera un discurso que incluye a sus agentes, su saber, sus prácticas, su verdad, participando de un paradigma hegemónico. Esa trama simbólica es la que nombra el cuerpo constructo del interjuego de estos términos, ya que la producción no solo crea el objeto sino el sujeto de la demanda.

Aceptando que las instituciones pueden ser pensadas como dispositivos de control o como aparatos del Estado, es necesario advertir los cambios que ha sufrido la institución salud, ya que esos cambios determinan por un lado las condiciones laborales de los trabajadores de salud, pero igualmente, y por otro, la producción de subjetividad propiciada por el tipo de respuesta que se da a las problemáticas de salud.

Hoy, el capitalismo avanzado construye otro tipo de sociedad, y si el cuerpo fue, en pos del aumento de la producción, un valor como fuerza de trabajo, hoy no lo es. El cuerpo es la mercancía. Dice David Le Breton, "Cuanto mas pierde el cuerpo su valor moral, mas se incrementa su valor técnico y comercial"

En su último libro: Imperio, Negri dice: “Resulta común dividir la sucesión de paradigmas económicos desde la Edad Media en tres momentos distintos, cada uno de ellos definido por el sector dominante de la economía: un primer paradigma en el que la agricultura y extracción de materias primas dominó la economía, un segundo en el cual la industria y la fabricación de bienes durables ocuparon la posición de privilegio, y un tercero y actual paradigma en el cual la provisión de servicios y la manipulación de la información están en el centro de la producción económica..pag261.

Trabajo en Salud, su producción y reformas

La salud es también un proceso histórico - social, culturalmente determinado y vinculado a las condiciones de vida de los grupos y de accesibilidad a los diferentes capitales (económicos, políticos, geográficos, educativos, éticos, etc.) en un lugar y tiempo determinado.

Así, y sin perder de vista que las dos modalidades se dan en el sistema capitalista, para el Estado benefactor la salud de un inversión en tanto para el Estado liberal y neoliberal la salud es una erogación económica, un “costo”. Por ello, en ambos casos, la Salud es una industria y también un servicio.

En su aspecto industrial produce enfermedad, medios de investigarla y de curarla. Produce conocimiento, aparatología de apoyo, tratamiento, farmacología e insumos específicos. Crea su propia industria a la vez que la transforma, hay una materialidad que produce, recrea, constituyendo sujetos que consuman los productos que se producen.

La producción no produce solamente un objeto para el sujeto, sino un sujeto para el objeto. La producción produce el consumo, creando el material, determinando el modo de consumo y provocando en el consumidor la necesidad de productos.

En cuanto también es un servicio provee cuidados, atención, alivio al dolor, restaura, “cura”.

Antes de la década de los ochenta la salud pública no entraba en competencia con la salud privada y el Estado (benefactor) aseguraba la salud como servicio público y como un derecho ciudadano.

A principios de la década de los noventa, en casi todos los países de América Latina y el Caribe se iniciaron reformas del sector de la salud. En la mayor parte de estos países los cambios en este sector respondieron a reformas generales del Estado que se tradujeron en su “achicamiento”, en su retiro de diversas áreas, en la desestatización de empresas del estado con una programación privatizadora.

Estos cambios respondieron a una concepción neoliberal de transformación del Estado. De un Estado benefactor, que atendía lo social, se propendió – so pretexto de resultar un mal administrador- a su achicamiento, a consecuencia del cual el Estado se reserva una función fiscalizadora, reguladora, garantista de una economía de libre mercado. Estas recetas neoliberales fueron adoptadas con entusiasmo por los gerentes de turno en nuestros países capitalistas, subdesarrollados y dependientes. Sugestivamente, los países más desarrollados del mundo no aplicaron las mismas recetas sino y por el contrario, mostraron y muestran una creciente intervención estatal.

La predica de los ideólogos y ejecutores locales de esas políticas neoliberales tendientes a producir la transformación, se basó en la desestimación de lo público, en la declamación acerca de la ineficiencia de las empresas en manos del estado, así como en la eficiencia y excelencia de las empresas privadas.

La reforma neoliberal en salud tuvo dos objetivos; uno explícito, que en teoría apuntaba a conseguir niveles aceptables de eficiencia, calidad y equidad en los servicios de atención médica, así como a aumentar la satisfacción de los usuarios, y otro implícito no declarado, fundamentado en principios económicos de rentabilidad y beneficio tales como, por ejemplo, “la función del Estado no es producir bienes y servicios, sino regular; un mercado libre y competitivo que genera bienes y servicios” o, “para incrementar la eficiencia y productividad de los servicios es necesario contar con una fuerza laboral flexible”.

de un Sistempúblico, gratuito, igualitario

Las reformas neoliberales alcanzaron a la Argentina y en ella a la provincia de Neuquén. En ésta última el Sistema de Salud Neuquino fue en sus inicios, público, igualitario y gratuito. El Estado provincial ofrecía y garantizaba por entonces una salud pública estatal que atendiera y cubriera las demandas de una población creciente y, sobre todo, productiva.

a las transforma ciones por dificultades en el financiamiento

Los primeros cambios en el sistema público de salud en Neuquén se remontan al año 1982, cuando por Ley N° 1352 se establece el arancelamiento de los servicios médicos, odontológicos, análisis clínicos, etc., por parte de las obras sociales y otros sistemas de cobertura de salud, quienes pagarían un arancel por servicios prestados a sus afiliados. Un decreto de ese mismo año, facultaba a los establecimientos a individualizar a los pacientes con capacidad de pago y sin cobertura, como así también a los que tenían Obras Sociales.

Sin embargo fue en la década del noventa donde se generaron los cambios que transformaron su perfil. La provincia fue adhiriendo a las políticas nacionales de sesgo neoliberal que modificaron las anteriores políticas del Estado provincial en sector de Salud.

Así, en Abril de 1996 se firma en Neuquén un convenio de Asistencia Técnica, en el Marco del Pressal, (Proyecto de Reforma del Sector de Salud) financiado por el Banco Mundial.

Reducción del gasto en Salud

Esta Asistencia Técnica, tenía como objetivo, elaborar las transformaciones necesarias para el desarrollo e implementación de la descentralización que, articulado con el arancelamiento, eran los pilares para la creación del hospital de autogestión en reemplazo del hospital público. Con ello se plasmó un cambio político e ideológico conforme al cual un bien social se transformaba en un bien económico. Mientras el hospital público se caracterizaba por la igualdad, gratuidad y accesibilidad, se subsidiaba la oferta, la salud era una inversión, un servicio necesario y por sobre todo un derecho, el hospital de autogestión prioriza criterios empresariales subsidiando a la demanda. Entendiendo la salud como un gasto pretende su autofinanciamiento a partir de un recupero por convenios con obras sociales dependiendo más de esos recursos que del presupuesto.

Cabe mencionar que el decreto 578/93 en su art. 4º inciso D) dispuso Integrar redes de servicios con otros establecimientos públicos o privados; asimismo y como es notorio, en los últimos años en nuestra provincia se han adoptado medidas de evidente favorecimiento al sector privado tales como la oferta de créditos con bajos intereses a grupos médicos para la instalación de centros privados, garantizándoles al mismo tiempo -por tercerización o privatización -las prácticas más rentables, ello simultáneamente con la falta de reposición y compra de aparatología imprescindible para el hospital público, concretando así un verdadero desguace de la salud pública; de esa manera se fue creando la “justificación” de la permanente necesidad de derivación al sector privado, necesidad creada precisamente por el aniquilamiento deliberado de la Salud Pública. Así se fue vaciando el hospital público de contenido de políticas y de recursos.

Estas “reformas” se conjugaron con las de las relaciones laborales. El neoliberalismo ha declamado y promovido la flexibilización de la fuerza laboral a fin de reducir costos y de un pretendido incremento la eficiencia. Para conseguir el primer objetivo fue necesario limitar derechos y beneficios conquistados por los trabajadores a lo largo de años de luchas laborales, como la estabilidad en el trabajo, las jubilaciones y los salarios justos. Se apuntó a establecer la facultad de despido inmediato, según la necesidad de los gestores, e instituir sistemas de pago por desempeño así como los llamados "contratos basura", es decir, contratos temporales con remuneraciones muy bajas y sin derechos provisionales ni a otras prestaciones. La flexibilidad permite a los gerentes imponer libremente condiciones de trabajo, por ejemplo, la carga laboral, los horarios, las nuevas actividades a realizar y cambios del lugar de tareas. Si el empleado no las acepta, el gerente puede despedirlo libremente. Según la doctrina neoliberal, el temor de los trabajadores a perder su empleo aumenta la productividad y mejora la calidad.

En la provincia de Neuquén la libre competencia de mercado en Salud se refleja también en la desigualdad en la contratación y remuneración entre las diferentes profesiones y especialidades, quedando jerarquizadas las de mayor demanda. Se remunera en forma diferenciada sin otro criterio que la de la ley de mercado, se congelaron cargos, se acható la pirámide salarial, se precarizaron los salarios.

Las conducciones del Sistema de Salud de la última década han instrumentado políticas de desgobierno, demostrando una inoperancia absolutamente funcional a la estrategia de destrucción del sistema de salud pública provincial

Si bien, y fundamentalmente con créditos del Banco Mundial, en este período se construyeron edificios para Hospitales y se afectaron recursos a refacciones edilicias, sin embargo, al no haberse dotado de los recursos humanos y materiales imprescindibles para que funcionen adecuadamente, la construcción y reformas de esos edificios impresionan mas a negocios vinculados con la obra pública que a la decisión política de invertir en salud pública.

La ausencia de inversión en el recurso humano obligó a profesionales capaces, muchos de ellos formados por el mismo sistema que ahora los expulsa, a alejarse paulatinamente; primero abandonaron la dedicación exclusiva y más tarde la labor hospitalaria. Emigraron hacia el sector privado en procura de una retribución digna acorde a su nivel profesional, y es en este aspecto donde se advierte nítidamente cómo el Estado ha permitido que las leyes del mercado operen decisivamente para vaciar la salud pública de su recurso primordial, el humano. Los equipos provinciales de salud han tendido a la constante desintegración por ausencia de organización, de normas y de criterios; por descalificación y carencia de reconocimiento; por arbitraria discrecionalidad en las remuneraciones por profesión y en los criterios de nombramiento.

Conclusiones

Las políticas neoliberales han generado cambios profundos en Salud. Aquellas impactaron negativamente no solo en la población sino también en los trabajadores del sistema público de salud, en sus prácticas y en la ideología que lo sustentaba.

Sin embargo, pese a la profundidad y gravedad de esta crisis, resulta impensable la ausencia de una salud pública. La salud es una cuestión de Estado y el gobierno que desconoce su trascendencia pone en juego el concepto mismo de Estado moderno. El Estado no puede desentenderse de la salud pública, puede llevar adelante políticas de gobierno, como la de la última década beneficiando intereses privados, pero la trascendencia de las políticas públicas excede a un gobierno, es el Estado el que ha de responder por ellas.

Se requiere, el reconocimiento expreso y público de la existencia de una política de destrucción sistemática y de una deuda que deberá ser pagada en concepto de reparación histórica mediante una fuerte inversión en aparatología, mobiliario, insumos y refacciones. Esa reparación debe apuntar además y fundamentalmente, a recuperar e incorporar recursos humanos calificados, así como la recuperación salarial, que restituya las condiciones de dignidad indispensables para sostener un sistema de salud pública.

Se requiere un plan y una estrategia con organización y normas acordes a la prioridad que tiene la salud pública como política de Estado, tal como lo establece la Constitución Provincial. Ésta, en sus artículos 134 y siguientes, declara en forma expresa que la salud es una política de Estado, estableciendo la obligación ineludible de la Provincia de velar por la salud pública, poniendo a disposición de sus habitantes servicios gratuitos y obligatorios en defensa de la salud por lo que ésta significa como capital social, y reconociendo que el mejoramiento de las condiciones sanitarias de la población está condicionado, además de la creación de fuentes de trabajo en todo el territorio de la Provincia, a la medicina preventiva, a la medicina asistencial adecuada así como a efectivos servicios de asistencia social

La salud pública requiere también de la población beneficiaria y de los trabajadores de salud en el debate y participación sobre esas políticas. Las consecuencias del capitalismo sobre la subjetividad individualista no pueden impedir el lazo social necesario para la construcción de lo público. Lo público trasciende la sumatoria de los intereses individuales, sin embargo estos han de ser tenidos en cuenta en políticas públicas que incluyan la minoría, lo singular. Los trabajadores de Salud tenemos la responsabilidad de advertir la implicancia de nuestras acciones laborales en el porvenir de la subjetividad y esa conciencia crítica no puede ser delegada; la ausencia de políticas del sector no debe contar con nuestro silencio ni con nuestra indiferencia, que equivalen a complicidad.

El trabajo implicado en el Sector Salud es el denominado trabajo inmaterial por Negri -en Imperio – (”Un aspecto del trabajo inmaterial puede ser reconocido en analogía con el funcionamiento de una computadora. Entonces, mediante la computarización de la producción, el trabajo avanza hacia la posición de trabajo abstracto. La otra cara del trabajo inmaterial es el trabajo afectivo de la interacción y el contacto humano. Los servicios de salud, por ejemplo, descansan centralmente sobre el trabajo afectivo y de cuidado. Este tercer aspecto, con su atención en la productividad de lo corporal, lo somático, es un elemento extremadamente importante en las redes contemporáneas de producción biopolítica”. pag. 43)

El trabajo en salud coadyuva a la determinación de las subjetividades en conjunto con las otras esferas de producción social, generando una retroalimentación ya que lo que concurre a la demanda de salud es la enfermedad producida por las condiciones económicas y sociales.

El sujeto que construye Salud como paciente es el sujeto impregnado de la subjetividad propia de esta época.

Dice Paul Virilio que luego de la colonización territorial y posterior pérdida de los Estados, la globalización produce una nueva forma de circulación de lo propio con la fragmentación, colonización e intercambio de órganos, se inicia la última de las revoluciones, la de los transplantes.

El cuerpo descompuesto en sus elementos, tiende a convertirse en una de las industrias de mayor crecimiento del mundo; los sectores populares se convierten en criadero de órganos o de sangre de los sectores privilegiados.

En paralelo a la fragmentación del cuerpo, las subespecialidades médicas producen conocimientos particulares, el paciente es abordado en forma desagregada, deja de ser un organismo en sentido sistémico, se convierte en una suma de partes y deja de ser un todo. Ello tiene consecuencias sobre la subjetividad que asiste a restablecer su salud y encuentra como respuesta un abordaje que atiende a los efectos más que a las causas, a posteriori será el mismo sujeto el que demande que atiendan a los efectos. A las causas que son sociales, el poder hegemónico reproduce en Salud la desintegración propia de la postmodernidad o capitalismo tardío cuyas características son: la ausencia de los grandes relatos, lo particular por sobre lo general, el deconstruccionismo, las verdades particulares, el relativismo y el escepticismo.

El campo de la Salud debiera transformarse en un espacio de discusión epistemológica por ello también, ideológica y política; espacio de debate y generación de alternativas en el cual confluyan y antagonicen paradigmas diversos, ya su particular dificultad consiste en ser un conjunto de prácticas que reconocen como sujeto a comunidades y poblaciones.

La constitución de equipos interdisciplinarios posibilita el debate sobre criterios de salud- enfermedad y abordajes terapéuticos y se convierte en el dispositivo indispensable para la democratización de la salud.

La representación de diferentes versiones del sujeto en el marco de la salud posibilita constructos que alberguen las verdades parciales que cada una porta.

Centralizar la asistencia de problemáticas complejas y reducirlas a la categoría de enfermedad, invisibiliza cuando no anula las posibilidades críticas de los sujetos sobre las condiciones que las crea.

Considerando que toda acción es política, el acto o intervención médica también lo es, por ello no puede ser ingenuo el trabajo del trabajador de salud.

El moldeamiento del perfil de "paciente" es una práctica con consecuencias sociales, si se entiende la salud desde una concepción comunitaria y cultural,

La necesidad de incluir al sujeto, como sujeto crítico a la subjetividad que se intenta moldear nos interpela como sujetos productores y producidos por esas prácticas. La salud pública está obligada a darse ese debate.

Bibliografía

Foucault, M.; El sujeto y el poder (Traducción de Santiago Carassale y Angélica Vitale)

Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, México, Siglo XXI, 1985

Gorz A.; Metamorfosis del trabajo, Madrid, Sistema,1995

Hardt, M y Negri, T. Imperio, Buenos Aires, Paidos, 2002

Le Breton, David, Antropología del cuerpo, Buenos Aires, Nueva Visión, 2002

Marx C Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971

Virilio, P., El procedimiento silencio. Buenos Aires, Paidos, 2001

Mónica Rossi

Psicologa, Servicio Salud Mental

Hospital Castro Rendón

Neuquén

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