lunes, 23 de marzo de 2020

Psicoanalistas "online"



 En los actuales tiempos de pandemia y cuarentena, a los psicoanalistas se nos plantea una cuestión insoslayable respecto de su práctica: ¿cómo continuar o iniciar tratamiento, tecnología mediante, cuando el enfoque tradicional tiene al cuerpo en el dispositivo analítico? Sin profundizar qué decimos, cuando hablamos del cuerpo en psicoanálisis ya que, requeriría en sí mismo un desarrollo que no es motivo de este ensayo, hablamos de cuerpo a causa del tiempo y para señalar que si el tiempo acompaña desde sus albores al psicoanálisis es por el cuerpo y en tanto vivo.

El cuerpo del síntoma, el cuerpo del goce, cuerpo de la pulsión, cuerpo sensible al significante. Dice Jacques Lacan: “Es preciso que haya algo en el significante que resuene. (...) las pulsiones, eso es el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir, pero que este decir para que resuene, para que consuene, es preciso que el cuerpo sea allí sensible, y que lo es, es un hecho.”[1] El cuerpo siempre ha estado implicado en nuestra práctica, porque es tocado por el significante.
Que se necesita del cuerpo del analista en el dispositivo, va de suyo, pero el punto es que en esta cuarentena deben sustraerse los cuerpos, porque así se requiere. Las estrategias y normas gubernamentales indican aislamiento.
La pandemia es un real, un virus que acecha y está la muerte del cuerpo, por lo que sus efectos inmediatos en la subjetividad son la caída del velo imaginario del cuerpo y la amenaza de reducirlo a un puro resto. La cuarentena como solución posible, sin tratamiento para la enfermedad y su contagio, pone a resguardo los cuerpos a condición de aislarlos.
Vemos cotidianamente en los medios de comunicación que el crecimiento exponencial del virus es en el contacto, el contagio se produce de persona a persona. Dejando de lado la vertiente imaginaria en el actual estado de la situación, el aislamiento se produce en la dimensión del espacio. Interrumpida la cura tradicional psicoanalítica por el aislamiento, con la cancelación del contacto físico nos queda la conexión en línea, online o telefónica.
El artificio para la conexión requiere de la dimensión del tiempo para operar. Tiempo que demanda una operatoria especifica del psicoanálisis, preservada de cualquier imaginario especular, haciendo advenir en el espacio el objeto que toque el cuerpo, ahora aislado.
Retomo el punto de la cuestión: ¿Es la tecnología un impedimento para el abordaje psicoanalítico? Con el avance de la tecnología esta experiencia no resulta tan novedosa.
¿No hemos los analistas ofrecido acaso nuestros teléfonos a pacientes cuya angustia no era posible de ser mitigada entre sesión y sesión, cuando más sesiones no son posibles?; ¿no hay colegas que por la vía online ofrecen continuidad de tratamientos cuando, transferencia mediante, el paciente en cuestión requiere continuidad en una mudanza o traslado?
No seria la primera vez que los analistas apelamos a este recurso, hoy único posible, dadas las condiciones sanitarias.
Tal vez por ello, la cuestión nos interpela sobre si el aislamiento del cuerpo impide la maniobra analítica. El aislamiento, como mecanismo descripto por Freud, ¿es posible de ser pensado en la vertiente de la inhibición? ,¿no encierra ello mismo un punto de partida para operar?
Propongo situar la cuestión de la causa del aislamiento, esto es la pandemia, así aparece un mejor modo de interrogar nuestra práctica: ¿qué podemos hacer los analistas en este momento para que el tiempo subjetivo permita, con la irrupción de este real, que la contingencia de un acontecimiento de cuerpo se disponga a saberse por los equívocos de la palabra que implica un análisis?

Lo posible, en principio, es sostener el lazo social interrumpido. Los psicoanalistas respondemos con el Discurso del analista para hacer posible el lazo y luego, en actuales circunstancias, servirnos de la conexión en tanto dimensión temporal.
Tratemos de ubicar que el sujeto está constituido por el tiempo, constitución que se efectúa en tres instanciaciones. Lacan dirá que el primer se que se manifiesta “se sabe que” es la forma general del sujeto noético, el sujeto impersonal; el segundo introduce al otro como pura reciprocidad, es el sujeto indefinido recíproco; el sujeto personal es el tercero, el aserto sobre si del tercero, Son tres instancias lógicas las constitutivas del sujeto.
Jacques Lacan en los inicios de su enseñanza plantea: “Sólo podemos salir de él (laberinto) reconociendo que el elemento tiempo es una dimensión constitutiva del orden de la palabra…. El sentido último de la palabra del sujeto frente al analista, es su relación existencial ante el objeto de su deseo”.[2]
Si el tiempo constituye el orden de la palabra, también lo será del sujeto en tanto éste es efecto del significante. En “Función y campo de la Palabra y el Lenguaje”[3] Lacan, señala que la historia no es el pretérito definido sino futuro anterior, es “lo que habré sido para lo que estoy llegando a ser”.[4] Esta acción inconclusa es la temporalidad del sujeto psicoanalítico. Habrá que agregar que  el modo verbal  “habré sido” y “llegando a ser”, entre pasado y futuro introduce lo real en tanto imposible.
En 1944 en “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada”[5] Lacan plantea tres tiempos: el instante de la mirada, el tiempo para comprender y el momento de concluir. "...Pero captar la modulación del tiempo, la función misma por donde cada uno de esos momentos en el tránsito hasta el siguiente, se reabsorbe en él, subsistiendo únicamente el último que los absorbe, es restituir su sucesión real y comprender verdaderamente su génesis en el movimiento lógico.... si bien en esta carrera tras la verdad no se está sino sólo, si bien no es todos cuando se toca lo verdadero, ninguno sin embargo lo toca sino por los otros..."[6].
Sin embargo, esta lógica dialéctica de reabsorción del tiempo anterior en el ulterior, queda cuestionada en el Seminario sobre Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. Al inconsciente le asigna la función de hiancia, hendidura, rasgo, corte, ruptura; también tropiezo y dirá: “Con todo, este hallazgo, en cuanto se presenta, es re-hallazgo, y además, está siempre  preparado para esconderse de nuevo, instaurando así la dimensión de la pérdida”.[7]….“La aparición evanescente sucede entre los dos puntos, el inicial, el terminal, de este tiempo lógico: entre ese instante de ver donde algo se elide siempre, se pierde incluso, en la intuición misma, y ese momento elusivo en que, precisamente, la aprehensión del inconsciente no concluye, en que se trata siempre de una recuperación engañosa”.[8] … “No he dejado de hacer hincapié durante mis anteriores exposiciones en la función de algún modo pulsativa del inconsciente, en la necesidad de evanescencia que parece serle de alguna manera inherente: como si todo lo que por un instante aparece en su ranura estuviese destinado, en función de una especie de cláusula de retracto, a volver a cerrarse, según la metáfora usada por el propio Freud, a escabullirse, a desaparecer, al mismo tiempo”.[9]
Estas citas sirven para ilustrar el modo en que Lacan ha relacionado el tiempo y el sujeto del inconsciente, como sujeto temporal entre lo aun no realizado y la pérdida.
El último Seminario de Lacan “Momento de concluir” está a mucha distancia de los tiempos lógicos iniciales. Con su orientación a lo real, está más cerca del cuerpo que del significante, más cerca de las diferencias entre un goce en el cuerpo y otro fuera del cuerpo; sin embargo, nunca dejó de dar cuenta que es la palabra la que toca el cuerpo en la interpretación, en el equívoco, en las modulaciones y también en las escansiones y los tiempos de sesión.
En este Seminario Lacan plantea: “Eso no impide que el análisis tenga consecuencias, él dice algo. ¿Qué es lo que quiere decir "decir"? "Decir" tiene algo que ver con el tiempo. La ausencia de tiempo, es algo que se sueña es lo que se llama la eternidad, y ese sueño consiste en imaginar que uno se despierta. Uno pasa su tiempo soñando, no se sueña solamente cuando se duerme.”[10]
Lo real despierta y estamos hoy ante un real, contamos con la palabra aún en ausencia del cuerpo presente en sesión. “Decir” que en lo traumático actual permita regular, reordenar los goces en su distribución y registros, para que el  objeto a plus de gozar, se ciña en el espacio de las intersecciones del nudo. Tal vez sirviéndonos de la dimensión del tiempo, estando “on line”, facilitemos un reordenamiento del espacio que posibilite dar movilidad al cuerpo, aun en el aislamiento.
                                                                                     Monica Rossi


[1] Lacan, J., “El Seminario, libro 23. El síntoma” (1975-1976)
[2] Lacan, J El Seminario, Libro 1 Los escritos técnicos de Freud pág. 352,353
[3] Lacan, J., “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 1988.
 
[4]“Lo que se realiza en mi historia no es el pretérito definido de lo que fue, puesto que ya no es, ni siquiera el perfecto de lo que ha sido en lo que yo soy, sino el futuro anterior de lo que yo habré sido para lo que estoy llegando a ser”. Lacan, J., “Función y campo...”, op.cit., p.288
[5] Lacan, J., “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”, en: Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 1988.
[6] Lacan, op.cit.pag, 201
[7] Lacan, J Seminario11 Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis (1964), Paidós, Buenos Aires, 1992. pág.33
[8] Lacan, J., op. cit., pág 40.
[9] Lacan, J., op.cit. pág.51
[10] Lacan J. Seminario Momento de concluir, inédito